La espera por esta entrega de Rápidos y Furiosos ha sido muy larga y que es que hemos escuchado una infinidad de mitos, especulaciones, dramas y controversia desde que confirmó el trágico accidente de Paul Walker que le quitó la vida.
Pero bueno, dejemos a un lado el morbo y hablemos sobre la cinta. Esta tienen que verla en IMAX por el simple hecho de que aquí disfrutarán el arranque de los motores, el como van acelerando y donde verán todo a gran detalle.
Vamos a la historia es básica sin grandes conflictos, siendo la continuación de la anterior que fue en Londres, ahora la trasladan a Los Angeles, sin dejar desapercibidas las visitas rápidas por Abudabi y sus hermosas y altas torres mostrando su alto nivel de vida.
Ya saben el atractivo visual siempre está presente y me refiero a los autos, (no hablaba de chicas con bikinis), la emoción de las explosiones y las carreras desde las alturas, sintiendo la adrenalina de cada escena (alto nivel de testosterona), pero con ese sello que han tenido siempre del lazo familiar y siempre proteger lo suyo, a su manera claro está.
Logra ese equilibrio para cerrar una larga saga de películas entre mezcladas en emocionantes carreras de autos en grandes ciudades. Se vuelve emotiva en momentos sobre todo en secuencias donde notas que concluir las escenas a los actores les costaban trabajo asimilar que ya no estaba Paul.
Es como coronamos a Vin Diesel como el único que sabe como mantener 7 secuelas sin aburrir, siempre será Don Toretto conduciendo entre edificios y aventándose al precipicio.
Pequeña y breve pero fantástica aparición de Dwayne Johnson, siempre seremos sus fans!!
Hasta ahí les contaremos, vale la pena verla, disfrutarla y llevar kleenex por si al caso.
