Hacer a un lado a la fan y escribir de manera objetiva sobre una película se vuelve una tarea interesante. Así es como abrimos con la nueva entrega de Edgar Wright «Last Night in Soho», desde que anunció el elenco sabíamos que nos iba a sorprender así como lo hizo con «Baby Driver» y sinos vamos más atrás con «Scott Pilgrim vs The World», la cual celebró 10 años de habernos atrapado.
A lo largo de sus películas y quienes lo siguen en twitter saben que es muy fan de la música y se arma Playlist únicos, y eso lo ha logrado integrar a la perfección en sus historias haciendo que sea el hilo conductor para meternos a su mundo visual, no sólo eso también se arriesga a integrar rostros frescos a la pantalla.
«Last Night in Soho» con Anya-Taylor Joy, Thomas McKenzie, Matt Smith por decir los principales.
Una joven amante de la moda viaja en el tiempo y termina en Londres en la década de 1960. Allí conoce a quien sá een convertirsu gran ídolo, una cantante. Sin embargo, tiene que descubrir que la vida en ese momento en el Soho es diferente de lo que ella esperaba.
Edgar Wright logra crear una película de suspenso y trhiller paranormal que se vuelve una oda a la nostalgia de la década donde la música logró colocarse en la efervescencia de la juventud combinado con la velocidad del mundo moderno y tratar de pertenecer.
Eloise, Thomas McKenzie, enamorada de la música y la moda de los 60s logra crear a un personaje en apariencia frágil que conforme va avanzando la película vas descubriendo su secreto al mismo tiempo que en apariencia se va perdiendo en el caos realmente va creciendo el personaje en fuerza.
Sandy, Anya-Taylor Joy, sin duda el rostro que ha enamorado al cine, no sólo con su belleza sino esa algo de magia y perfección y ir construyendo personajes muy complejos logrando pasar de ser la mujer sensual y delicada hasta ser tu peor pesadilla.
Las dos actrices logran crean un juego de ida y vuelta, envolviéndote en sus miedos, secretos y creando confusión, que te mantendrá no sólo a borde de la butaca junto con la música que pasa a ser parte de la historia sin consumirla, Wright tiene esa delicada misión de elegir con mucho cuidado la canción correcta para la escena logrando una fotografía tan estética única.