Siempre se han cazado a las brujas por sus tratos con el lado oscuro, pero nunca se han preguntado ¿Qué las llevó a tomar ese camino?, tal vez tuvieron familia, hogar, creían en un ser superior.
La película de La Bruja, dirigida por Robert Eggers, nos narra la historia de una familia de colonos cristianos que viven en Nueva Inglaterra en 1630, en una tierra sin explorar y muy arraigados a su religión, hasta que deciden dejar la colonia y explorar más allá de aquel bosque donde nadie ha entrado o eso es lo que suponen.
La pareja y sus cinco hijos se instalan muy cerca de donde comienza el bosque, comienzan su rutina de trabajo haciendo crecer su granja y cultivos, pero nada parece crecer a pesar de sus oraciones diarias. Un buen día se pierde el hermano recién nacido cuando la hermana mayor lo cuidaba.
Comienzan los sucesos extraños y las sospechas de que no están solos, pequeños momentos nos dejan ver que una mujer los observa llevándolos al borde de la paranoia, sutiles son esos mensajes que nos mantendrán fijos en la pantalla esperando ver con morbosidad que sucede, sin embargo no veremos más de lo que la imaginación nos permita.
Pasan los días otro hermano se pierde y regresa para dar su mensaje, están ahí las señales que nadie quiere ver, sólo la hermana mayor es la que permanece atenta, todos se vuelven contra de ella, sólo le queda defenderse de los ataques.
Todos esperan una película de terror, pero no es eso si no la historia basada en textos y relatos de la época para mostrar el nacimiento de una Bruja, muchos de los mitos que nacen al rededor de esas mujeres en busca de la libertad, la juventud eterna y el hambre de conocer el mundo, no podrán resistir mirar y mirar, sin dejar su asiento.