El segundo disco de Red Jesus es un viaje oscilante de psicodelia pop
perpetrado con un fin específico: sacudirse hasta la última miga de divinidad.
Por eso “No hago milagros”, en contraposición con la poesía épica,
narra las desventuras de un antihéroe: un hombre común y corriente que se equivoca, que pide perdón, que se engaña y se regaña a así mismo,
que cae, que se levanta, que ríe y que se muere de vergüenza de
sacar a bailar a la chica que le gusta.
El álbum se divide en tres moods que van deshojando la intimidad de Red Jesus: infernum, que es rabioso y existencialistas, con tracks mordaces, de ritmos arrastrados influenciados por el gospel y el rock industrial, aunque siempre delineados por una sonoridad pop; purgatorium, con sintetizadores que van lanzando rayos de luz, letras esperanzadoras, la aparición de voces angelicales (un feat. con Pau Sotomayor y la colaboración de la puertorriqueña Tita Russe) y un peregrinaje por canciones de un pop más chicloso que invitan a la pista de baile como único camino a la redención y lógicamente paradisum, que intenta llevarnos a su propio ideal del cielo a través de un sonido más vintage y playero que se ancla en la aceptación literal de nuestra fallida condición humana.