Todo inicia con el rasgueo energético de una jarana tocada por el maestro Paco Sandria . No es común escuchar el instrumento tradicional del son jarocho y huasteco en el sonido de Lázaro , pero en esta canción se siente completamente natural. Comala siempre ha sabido unir de forma brillante el folklore mexicano con el rock urbano y el folk anglosajón inspirado por Dylan y Cash; este single es el ejemplo perfecto de ello.
La voz de Lázaro Cristóbal Comala aparece encima del impecable trabajo de Aarón Cruz en el contrabajo y Adolfo Solis en la batería. “Un Manhattan” deja atrás las melodías melancólicas que escuchamos en “Gin” a cambio de un tono más áspero y enojado. Si a alguien está confrontando Comala en esta canción es a él mismo, en una letra cargada de simbolismo en la que enlista todas las cosas que lo moldearon y lo han llevado a ser quien es.
Se trata de un trabajo en el que la poesía y lo cotidiano se funden. Lázaro logra combinar frases vulgares como “estoy hecho de cristianos pendejos” con palabras profundamente evocadoras como “estoy hecho de veras y senderos en ningún lugar”.
Haciendo honor a su nombre, “Un Manhattan” arde como un buen trago en el alma y en tres minutos embriaga los oídos. Cual confesión en la barra de un bar, Lázaro Cristóbal Comala hace un autorretrato y nos muestra los lugares, antepasados, conexiones, decepciones y heridas que lo mantienen bebiendo, cantando y creando música.